Hay noches en las que no aguanto más. Las preocupaciones me consumen, los nervios... Y no puedo más. No duermo bien, me despierto mil veces, sueños raros, pesados... Pienso y muero. A veces pienso qué pasaría si... Pero recobro el sentido común. Sé que sólo son malos momentos, pero necesito llorar, gritar. Necesito acostarme y abrazar mi almohada tan fuerte hasta que me duelan los brazos. Necesito pasear y no pensar, liberarme de todas estas tonterias.
Sólo quiero que todas y cada una de mis preocupaciones y problemas se vayan con cada lagrima... Sino, ¿de qué sirve llorar? Pero lo hago ahogadamente y se queda todo dentro, sin que vea un sólo rayo de luz. Y me consume, por qué negarlo. Me mata lentamente.
Quiero estar sola y acompañada a la vez. Quiero sentirme tranquila y querida. Quiero ser libre de todo esto.
A veces, sé que con un simple abrazo en el momento adecuado, las cosas mejorarían. Qué simple y complicada, a la vez, soy.