lunes, junio 13, 2005


Mientras el primer rayo de luz luchaba contra las nubes, yo permanecía quieta en medio de la playa. No había nada más que gaviotas, estaba sola en medio de todo. Empecé a andar, sin pensar hacia donde ir, pero de repente me encontré delante de tu casa. ¿Cuanto hacía que no te veía? No lo sé. Sólo sabía que te seguía queriendo como el primer día. Estabas lejos y lo sentía, pero sabía que no podía hacer nada para acercarte. ¿Cuanto tiempo pasaríamos así? El resto de nuestras vidas, seguramente. Ya no podía hacer nada para remendar mis errores. Mi estúpida inmadurez me jugó una mala pasada y aún seguía pagando las consecuencias. Reaccioné y seguí caminando, paseando hasta que encontré lo que buscaba, el acantilado donde mi madre me prohibió jugar de pequeña. Me acerqué, me subí y cerré los ojos. Dejé de sentir.

No hay comentarios: