domingo, diciembre 09, 2007


Me he convertido en mi problema. Me he vuelto crudo para descubrir la epifanía de mi rostro tras la cruda y maldita soledad que lo atormenta. Me he vuelto asqueroso hasta la punta de mis pies, buceando en mis miedos, mis dudas y desconcierto. He descubierto lugares y silencios, vacíos y recovecos puestos delante del mundo como trapos en el tendedero. ¿Sueños?, ¡No!, porque en presencia de la soledad ya no quedan lugares para esas cosas imposibles. Lo efímero es bienvenido, la alegría es tan poca como la vida de la mariposa que vuela contenta sabiendo que en el momento menos pensado todo se acaba.

También son bienvenidas las quejas, los reproches, lo horrible del día de sol. Las tardes se vuelven hermosas con toda su maldita gama de grises, y ni hablar de la lluvia, seductora y mortal para uno quien no tiene más cosas que hacer que escucharse caminar. Y no hay juego alguno, no hay conexión ni tampoco asombro. Donde la noche se hace larga ante el mínimo atisbo de desvelo, la vela se consume de a poco y todo me recuerda a la amarga pero bien amada soledad. La que no me deja, porque la odio pero en ella me encuentro. La que me enseña como observar y la que guarda bien secreto el silencio que aturde mas que el bullicio contenido.

Soledad, un don que me regala la naturaleza, una jugada un tanto complicada, que al tirar la carta te deja adicciones que son imposibles de superar. El anhelo de esas cosas que me hace querer un poco más a mi vecino, la que me hace buscar quien sabe donde a la felicidad. Me acerca, me aísla, me sostiene y me desnuda ante el mínimo miedo de quedarme solo otra vez. ¿Otra vez?; si así de simple, porque haberla tenido es querer conservarla. ¿Conservar?; si, un pasado que me vale de pasaje de valor hacia el futuro. ¿Futuro?; si, porque los solitarios soñamos y fantaseamos con eso. Si, es la lucha contra uno mismo, porque ella es dueña de uno hasta el día en que nos quitamos la cuerda que nos ata. Es dueña porque la soledad está en uno, uno es solitario, no posee la soledad. Ella solo se empapa de uno y se expresa en el cuerpo. Un cuerpo que a veces pareciera no ser de nadie, porque te tira en la cama y vaya a saber Dios cuando te levantas. Una dependencia exquisita y grandiosa que te hace desearla en el momento en que no la necesitas. Un puente entre lo que quiero y siento. Entre lo que hago y debo. Es una cosa sublime, horrible en el fondo, pero que no diré nunca a nadie cuanto lastima, porque no la comprendo.

Autor: Nicolás Manservigi.

2 comentarios:

Javi M dijo...

El autor con nombre de gañan se marca un 10 con el texto este, me ha encantado.
"¿Futuro?; si, porque los solitarios soñamos y fantaseamos con eso" me quedo sin duda con esta frase.

Animos guapa ^^

Anónimo dijo...

Hola!

Un amigo me envio un e-mail para avisarme que uno de mis textos habia sido citado en un blog, asi que me envio esta direccion.
Entre solo para agradecerte el gesto y que me encanta que hasya citado un texto mio aqui pq eso significa que te gusto y que te sirvio.
Muchas gracias de todo corazon :)